Ella se vestía rápidamente mientras el dormía, justo antes
de verlo siempre se resistía ante la idea de caer entre sus brazos y justo
después de verlo caía irremediablemente entre sus labios.
Aunque en el destino es ingeniosa a la hora de unir dos
vidas, estos dos se habían conocido de una manera muy casual, Él la quería
conocer, toda su vida busco alguien como ella, el día que se encontraron cara a
cara no se resintió, una segmentación de palabras se desarrollaron de su
lengua, él sabía que ella entendería, ella sabía que él había esperado toda su
vida para hablar.
Ella escucho detenidamente, el hablo
El sabia de la existencia de ella, por la noches la soñaba y
en las madrugadas su rostro traía la mañana, no sabía su nombre pero la sabia a
ella, las demás personas hablaban de ella como si fuera otra, pero él sabía que
era la misma con la que había agonizado su existencia. Cuando pudo conocerla
sintió que de nuevo recuperaba su intención sintáctica, morfológica, adyacente,
sustancial, su filosofía innata, su conocimiento adquirido, sus poemas de
memoria, los prólogos dudosos, las obras de arte roba almas, sintió que toda
aquella formación intelectual que había adquirido toda su vida finalmente se
podía desbordar en un abismo de razonamientos fundamentados y que de pronto
ella, ella iba a presentar un argumentos en su contra, que ella iba a refutar
su idea.
EL era la tesis, ella la antítesis y el amor era la síntesis
Las palabras se comieron la tarde, y ellos no se dieron cuenta
cuando la vida les paso por encima, el
intento poner la situación romántica, ella intento seducir al seducido, las
palabras tuvieron una metamorfosis material se convirtieron en un aroma irresistible
que perfumo la habitación, estaban inmersos en un éxtasis de voz.
Se entendían tan bien que se empezaron a leer la mente, ya
ni las indirectas seductoras fueron necesarias para que el colocara su mano en
su rodilla, ni el sonrojo de mejías se asomó para que ella se dejara.
Esa noche con su razonamiento lógico y su creatividad
literaria
Juntos hicieron poesía.
Esa mañana cuando se vieron a los ojos, habían perdido su
poder, ella había agotado todo sus poemas, él había deshidratado todos sus
argumentos, se convirtieron en mortales.
Sabían lo mismo que todos, el resto del mundo los veía con
intriga, pues de esa imagen retorica que es el amor de lo que ella tanto había
escrito y de lo que el tanto había soñado eran unos tristes IGNORANTES
El amor lo humanizo
No sabían
No entendían
No aprendían
Pronto se encontraron repulsivos, ni todos los libros del
mundo podía hacer que entendieran ese extraño sentimiento de efusividad,
caminaban en campos minados donde cada sentimiento los retaba a una muerte de
ignorancia.
La mañana entonces se nublo así como su conciencia, pues la
necesidad de saber era más profundo que el sentimiento de querer y antes de
tomarse de la mano de nuevo, ella entendió que poseía una necesidad de enseñar
y que él ya lo sabía todo.
Entonces al saber que al final de sus vidas no había nada
nuevo se sintió libre para hacer todo.
El necesitaba a alguien a quien enamorar con sus versos,
necesitaba un rostro que se sonrojara con palabras, alguien que lo pudiera
admirar y que por dentro se preguntaba como sabrá tanto.
Esa mañana los dos entendieron que su mente hacia una infusión
mortal, pues conociendo todo les quedaba muy poco por descubrir, salieron al
mundo en busca de otros que no supieran nada.
El encontró a una joven pendenciera de la ilusión, creía
cada palabra y dudaba nada, perfecta para él, cuando él hablaba ella no entendía
y lo callaba con un beso, por las noches mientras el escribía ella se colocaba
en su hombro y a falta de comprensión de sus textos comenzaba a besar su
cuello.
Ella en cambio encontró a un hombre de mayor edad que dudaba
de su conocimiento, entonces ella podía sorprenderlo de vez en cuando, cuando
ella iniciaba un argumento el accedía ante su reproche y le tomaba la mano,
cuando él hablaba de negocios ella recitaba una breve frase de sus libros que
provocaba que el bien vestido y acaudalado hombre la besara en la mejía.
Pero de vez en cuando, guardaban frases, libros, dudas para
encontrarse ilícitamente en una habitación perfumada de palabras irresistibles y acribillarse con preguntas y someterse a
respuestas, como los dos poseían amores formales al principio iniciaron una
conversación formal, pero cuando las palabras empezaban a volar junto con los
poemas, versos y la conversación se tornaba acalorada su formalidad fue
perdiendo la vergüenza, hasta quedarse desnuda delante de ellos, pero ya no
esperaban que amaneciera, cada uno regresaba antes de convertirse en mortal
aquellos que los convertían en dioses.
Pero la culpa perseguía su conciencia, pues para ella el amor
solo poseía una cara y para èl el amor solo poseía un cuerpo.
Entonces ella se preparó para despedirse, y le escribió una oración
que lo haría sobrevivir lo que le quedaba de vida.
El al despertar vio que ella ya no estaba, pero encontró un
papel del lado de su cama, lo abrió lentamente, y lo leyó en voz baja “En los
sueños de Jung” el entendió que si encontraba en su subconsciente algo que lo haría
dudar, seria ella recordando su poesía.
Se vistió y respiro por última vez el aroma de las palabras
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