Se basaba en su lente, a eso se dedicaba, veía al mundo
entero a través de una unión de lentes magnificados, veía al mundo por
segmentos, por capsulas de tiempo estático.
Caminaba por las calles con esa máquina del tiempo en las
manos, prejuicioso, con la mano izquierda en la bolsa, y la otra en el botón de
clic, eran raras las cosas que captaba su atención y cuando lo hacía sacaba de
inmediato la mano de su bolsa y al compás de sus ojos iniciaba a disparar
flashes a quemarropa.
Él vivía de los ayeres, vivida de congelar el tiempo, de
sonrisa y lágrimas, de contar historias sin decir una sola palabra, sus fotos
eran un pedazo de tiempo con lujo de sentimientos, una lagrima antes de posarse
en la mejía una sonrisa antes de perder su timidez.
Y por supuesto hizo de su trabajo el amor de su vida, su
mundo, se enamoraba a diario de sus clics, de su sobre exposición, de llevar en
la memoria de su cámara un poquito del mundo.
Las noches como hoy salía a buscar el cielo, a posarse en lo
alto de las nubes, buscaban una ciudad callada, con suspiros secretos, lágrimas
y pecados silenciosos, sospechaba que las fotografías a esas horas de la
madrugada captaban gritos y silencios entre la luz.
Desde lo alto diviso a una mujer de rojo y conforme se movía
pareciera una luz embarrando la ciudad, agitándose por las calles oscuras, una
luz que lentamente se convertía en fuego, que con movimientos diagonales armaba
un espiral de rallas luminosas, y se enamoró de la imagen, en ese momento sintió
una necesidad de alcanzarla con un clic, de poseerla de guardar un pedazo de
ella con él, así que de un cuarto nivel bajo presuroso y extasiado por las
gradas, en el último escalón, tropieza, pero casi inmediatamente se vuelve a
levantar, esta agitado, pero con la cámara en la mano, sus ojos la buscan, sus
manos tiemblan.
La necesita
Se apresura a la esquina que ella cruzo, entra a un pequeño
bar de puerta roja y la busca aunque le ha bajado a sus movimientos corporales,
su corazón aún sigue palpitando, se toca el pecho como con necesidad de
calmarse y de nuevo inicia su búsqueda, observa sobre la cabeza de todos, se
estira para encontrarla empieza a sudar, se toca la frente, se para sobre una
rejilla a la orilla del bar, está apunto de rendirse, decepcionado de sí mismo
y con la angustia en la garganta ordena algo de beber, enciende su cámara y
observa su última foto, ese vestido rojo que atraviesa la ciudad como fuego, tenía
cabello negro y largo que hasta parecía parte de la noche, justo cuando levanta
la mirada de su cámara, la ve ahí estática sonriendo y por causalidad o juego
la música del bar calla.
Él se acerca como en cámara lenta se elabora una secuencia
de fotografías, en su mente ya encontró el foco, la luz, el marco.
La cámara cuelga de su cuello pero la sostiene con una mano,
trata de llegar hasta ella aunque es casi imposible, después de luchar contra
la aglomeración se encuentra frente a frente, no sabe que decir, la ve
sonrojada su piel blanca, su cabello negro, su vestido rojo, junto a las luces
del lugar hacen la fotografía perfecta un contraste ideal.
Los dos extraños se encuentran frente a frente sin decir
nada
Ella le sonríe
El levanta su cámara y hace el primer clic, el segundo, el
tercero y hasta el cuarto.
Ella se encuentra incomoda o aturdida, inclina la cabeza y
con un movimiento de su brazo coloca delicada y lentamente su mano sobre la
mano de el
El no resiste, baja la cámara y con un movimiento acelerado
la toma de la cintura y la besa.
EL Beso:
Detuvo el tiempo, se dan una exposición de miles de partículas
de color al mismo tiempo, un flash instantáneo los nubla y se escucha en el
fondo el inicio de una canción, ya son otros, se empiezan a pertenecer, y lo
peor de esta situación no es besarse si no dejar de hacerlo.
Son segundos que tienen horas de sentimientos, de pasión
Se sueltan, ella aun lo tiene de la mano, El la suelta
lentamente y vuelve a tomar la cámara, la mira por última vez y sin decir una
sola palabra se desliza por toda la orilla de la barra para salir del lugar.
Tiene paz
No sonríe
No demuestra ninguna emoción esta anonadado inescrupuloso
Confundido
Con fuerza sostiene su cámara y camina por la ciudad a paso lento,
su ritmo cardíaco vuelve a la normalidad, sus pies se hacen pesados, su camino
cada vez más oscuro, llega a su edificio, sube al elevador sus hombros se sienten
cansados no piensa en nada
No siente nada
Llega a la terraza se sienta a la orilla del balcón
Respira por 3 segundos y observa otra vez la noche, aparentemente
silenciosa
Toma la cámara para observar la foto, de pronto su rostro
cambia, se suaviza su mandíbula y sonríe por un lado, se toca la cabeza con la
mano izquierda y suelta un suspiro, se muerde el labio y ve de nuevo ve a la
ciudad, no lo podía creer, lo invade un sentimiento de satisfacción e incertidumbre,
siente el viento de la madrugada sobre sus mejías se lleva las manos a la boca
como si quisiera impedir decir algo, pero aun con esa sonrisa suave en sus
labios, observa de nuevo todas las fotos
y su orgullo se derrite ante tal hallazgo aquel gran fotógrafo no es
nadie, su cámara no es nada, ante una foto fuera de foco, desenfocada, apenas y
se notaba su cabello y el vestido se opacaba su rostro a pesar de que el la
recodaba estática salía movida.
Aquel gran fotógrafo se convertía en nada ante su encuentro
con el amor
Coloco ambas manos sobre su cámara dijo: