El Banquero

Le gustaba contar, su nacimiento fue motivado por el conteo de la enfermera para que su madre pujara, justo cuando ella decía 1, 2, 3, puja encontramos la cabeza de Julián, de niño un día contó todos los pasos que hizo, sin perder la cuenta 1,591 pasos, esos contó. Le gustaba comprar con un billete grande algo pequeño, tan solo para disfrutar el puro gusto de contar vuelto, por eso cuando fue un adulto a nadie le extraño que se convirtiera en auditor, en la universidad era considerado un genio aunque pocas veces hablaba, pues consideraba que lo único necesario para darse a conocer eran 141 palabras, lo demás era vanidad.
Nunca le gusto solamente una mujer, pues prefería los numero pares, al graduarse fue solicitado en los mejores bancos del área, comparo las posibilidades, los retos, las influencias las sumo, las dividió por el sueldo, las multiplico con su capacidad y así fue como decidió cual era el banco para iniciar su carrera laborar.
Todas las mañanas se despertaba presuroso a las 5:01  incluso cuando se despertaba a tientas y el reloj marcaba las 5:00 se limitaba a pararse y hacia una oración el minuto restante, cuando se subía al automóvil colocaba la radio en 111.1 su corbata negra revelaba una perfección perspicaz, sus zapatos lustrados y su cabello perfectamente echado para atrás,  cada día en el trabajo era como  un libro para el escritor, las pinturas para el pintor, el dinero para la prostituta, jugar con números todo el día, era una acción que disfrutaba a la hora del almuerzo comía en el primer comedor, pedía el menú número 1 y un café con 1 cucharada de azúcar, lo tenía todo, no deseaba nada, era feliz, no una felicidad momentánea, sino una felicidad plena complaciente, gratificante.
Era primero de enero del 2011 el llego un día antes que todos al trabajo para asegurarse de que a nadie le tocara el carnet numero 1 solo a él. Se registró y estaba a punto de retirarse cuando en el reflejo de la gran puerta de vidrio del edificio la ve.
Tenía un lápiz labial rojo brillante, un pantalón negro que se ajustaba perfecto a sus muslos, una blusa de puntos y unas zapatillas rojas, su cabello era negro y con el sol el color se tornaba en un engañoso azul. El voltea lentamente admirado de tan perfecta figura y la observa de pies a cabeza, (lentamente)  sus ojos son perfectos ceros, sus brazos forman la perfecta unidad, con sus pechos es una decena, sus dos piernas flacas y alargadas se convertían en dos indiscutibles unos, sus piernas juntas cuando se paraba derecha formaban un once.
Ella inclina la cabeza sonríe por un lado y pregunta, -¿El banco aun no abre?- el apenas puede responder así que traga saliva y responde, hasta el  2, ella empieza a balbucear que vino por gusto y que es una irresponsabilidad de los centros bancarios, El, la detiene con prudencia en su voz y le dice: -necesita usted algo-, -si- responde ella, -vine hasta acá en un taxi, y no tengo efectivo para pagarle y ahora me encuentro con este oprobio, es una injusticia divina eso del dinero, cuando lo necesitas no lo tienes, y cuando lo tienes no lo necesitas-, el con toda amabilidad se ofrece a pagarle el taxi, ella aunque insiste que no se preocupe él se acerca al taxi amarillo número 1 y salda su deuda.
Ella le agradece diciéndole que lo invita a un café, siempre y cuando la cafetería acepte el ingenioso invento del capitalismo, la tarjeta de crédito, el encantado caminan a la par como un bello once se dirigen a la cafetería, como de costumbre pide un café con 1 cucharada de azúcar, ella pide un café con dos cucharadas de azúcar y esa correlatividad en la orden lo enamora.
Ella le cuenta que es de un pueblo y que solo trabaja vino a la ciudad a saldar una deuda, él le cuenta  de su pasión por los numero y su deseo de cuadrar el mundo, así se inicia la plática y así no termina pues al retirarse del café y despedirse el empieza a ser el inventario de la improvisada cita, 1 platica interesante, 11 sonrisas y once dientes para mostrar como perfectas perlas blancas, dos ojos en forma de cero, una pierna cruzada como un signo de división en diagonal, se tomó el pelo 12 veces , se limpió los labios 1 vez, se observó en el reflejo del vidrio 12 veces,  y mejor aun cuando intercambiaron dígitos el de ella era  11 23 76 1 (que sumados hacen un once).
Tuvieron 11 citas, 1 anillo, 1 boda, 1 amor, el todas las noches le pasaba auditoria a su cuerpo, ella se dejaba fiscalizar, ella era la suma de la perfección, a el le encantaba contar. Pero pronto esto cambio, pues su trabajo cada vez le exigía mas, estaban en un declive económico lo que obligaba a que trabajara el doble para poseer los mismos resultados, era una pena, habían noches que llegaba de madrugada ella ya dormía, se convirtió en un fantasma de la familia, en un proveedor sin rostro, en un hombre sin cuerpo, cada vez que se alejaba se perdía un poco de ilusión, (más de ella)
Un día cuando volvía a casa (que por cierto su dirección era, 1 calle 11-1 zona 1 sector A) Se encontró con que ella había preparado sus maletas y lo esperaba junto a la puerta, el no pregunto, pues ya sabía que ese era el resultado de los abusos de su trabajo, ella dijo: -me voy- , él: dijo –ándate-, desahuciado de amor no peleo, supuso que si ya se había emitido la acción de apartarse de su lado, no valdría la pena mantenerla, mucho menos rogarle, le dolió,  claro que le dolió, pero nada más lo necesario (un auditor nunca llora más de la cuenta).
La vida no era la misma, pero hasta cierto punto se sentía satisfecho con lo que había logrado, ser el número 1 en su trabajo, ser de nuevo una unidad que se divide en sus propios porcentajes, de ella no supo más, y era mejor así, pues el solo hecho de su presencia lo hacía odiar su unidad lo que toda su vida había amado el valor del 1.
Un día cerca del café de siempre, (un poco más descuidado) la vio pasar iba de la mano con otro tipo sonriente los dos, platicando seguramente trivialidades, a Julián le hirvió la sangre, su rostro se tornó rojo, sus manos se empuñaron, sus pupilas se dilataron y su corazón emitió un gruñido se levantó de la mesa presuroso y se dirigió hacia la pareja como oculto entre columnas sin que ellos lo observaran, vio como él le robaba besos y como ella sinvergüenza los pasaba de contrabando, él  estaba furioso, así que  los siguió hasta su departamento (22-1 calle poniente zona 2 sector B)

Esa noche regreso a su casa, sin poder dormir, caminaba de un lado a otro, pensaba, se afligía, lloraba, resentía tanta frustración, le sudaban las manos, no había calma que lo alcanzara, no había paz que lo llenara,  así que por fin se  decidido, se armó de valor tomando un cuchillo de filo número 1 se dirigió hacia el previo departamento, contó 111 pasos para esa calle, subió 123 gradas hasta el departamento de su ex amada  y toco una vez el timbre, cuando el abrió la puerta lo vio intrigado –Buenas noches señor en que le puedo servir- él lo observo de pies a cabeza pues vestía unos shorts y una playera increíblemente desaliñado, desprolijo y antes de que este pronunciara otra palabra le clavó el cuchillo en el estómago  y sintió como este atravesaba sus intestinos esponjosos, lo extrajo y lo hizo de nuevo repetidamente 11 veces, cuando ella salío y noto el acto de maldad tan grande que se cometía, vio  a su amante tirado en el suelo cubierto de sangre y su ex esposo parado junto a él con el cuchillo ensangrentado, grito con el alama, y dijo:  –porque lo hiciste- (gritando histéricamente)  El,  la vio  a los ojos quitándose con el brazo las salpicaduras de sangre de la frente y dijo en voz grave, Solo para recordarte quien es el número uno, se va lentamente bajando las gradas mientras ella yace de rodillas lamentando dicha tragedia, el sale del edificio satisfecho, feliz, sonriente.
por fin su mundo estaba cuadrando otra vez.