La Bala Perdida


Sucedió una tarde cuando el sol se ponía, los dos estaban sobre la terraza  y observaban lentamente el sol introducirse en la espesa montaña, el  pregunto  ¿Cuál es tu meta en la vida?  Ella respondió con una pregunta ¿Cuál es la tuya? –bueno, pues considero que la mía es,  vivir una vida estable-  ella medito por un momento y respondió con la mirada fija en sus ojos, su cabello lo movía el viento una sonrisa por un lado insinuaba perfección, se llevó la mano a la nuca y dijo: -Mi meta es trascender-  El, la observo fijamente sin poder retirar sus ojos de su silueta contra el sol, la observo aun sabiendo que ella no lo veía, intento moverse pero fue inútil, parecía un imán todo su ser se sentía atraído a ella, ese 7 mayo se encontró con la inevitable verdad, él se había enamorado.
Después de 2 años de esa injusta amistad que amenazaba con el amorío y de aquel novio retrograda y testarudo, que al parecer no había llegado a una evolución completa de homo sapiens, finalmente Luna estaba soltera y eso significaba muchas cosas, Alejandro podría enseñarle finalmente de lo que se trata el verdadero amor, Alejandro escribía canciones, hacia poemas, decía su nombre en voz baja, veía sus fotos, suspiraba (no una, sino muchas veces) estaba irremediablemente enamorado.
Este era un amor diferente al de Gary (el ex) incluso muchas veces Alejandro no entendía el porqué de la relación, si parecían tan diferentes, Gary no sabía hablar, solo gritar, Luna era emprendedora,  de voz suave y  determinada, Él era tosco, simplón dudoso de carácter pero machista de renombre.
En cambio el amor que Alejandro sentía era diferente, era paciente  cuidadoso, cuando veían una película el siempre escogía la que pensaba que a ella le gustaría, cuando hablaban de política él no tenía ideología de ese modo podía escuchar a Luna hablando horas de los problemas del comunismo y las condenas del capitalismo, las ganas de besarla eran tantas que cuando se despedían armaba pequeñas conversaciones instantáneas para que se diera una segunda, tercera y cuarta despedida.
Luna ya sospechaba del enamoramiento de Alejandro, pero debido a su impetuosa personalidad de fuerza de lucha necesitaba alguien a su lado con el cual podía tener conflictos, podía entablar una riña hasta gritar y finalmente con la pasión del momento, amarse hasta el amanecer.
Ese martes Alejandro estaba decidido, iría a la casa de Luna y la iba a mirar, iba acercar su mano a su  mentón   y deslizarlo hasta su cabello y le iba a decir, “Quiero enamorarte” en su idea conceptual del mundo Alejandro imaginaba que Luna iba a corresponder a tan simple pero letal frase e iba a caer a sus brazos derretida justo sus labios en los suyos y así compartir un beso fugas que duraría tan poco y el diría “no puedo dejar de besarte, porque no sé qué decir después”  y de un beso pasarían a los votos eternos, a las noches eternas, a las vidas eternas, tendrían hijos, nietos, bisnietos y todos seguirían hablando de ese amor que ellos algún día compartieron.
Eran las 5:30 y el timbre en la casa de Luna sonó, Alejandro ve como Luna se acerca a la ventana y se ve iluminada por la pequeña luz del pórtico y piensa para sí (hagamos un eclipse) ella sale sonriente y lo abraza 1, 2, 3, 4, 5, segundos y lo suelta.
El corazón de Alejandro está a punto de salírse de su pecho, siente como algunos palpitares resuenan en su lengua y apenas puede pronunciar palabra, -Luna vine exclusivamente para decirte algo y comprendo que el momento no sea el apropiado y la circunstancia podría ser otra, pero la insistencia de mi corazón  acalla mi razón– saca unas rosas que se encontraban ocultas como esperando sorprender a alguien y en efecto lo hizo, Luna se encontraba sorprendida  y a la vez ansiosa, ante esta muestra de afecto, Luna se encontró contra la espada y la pared (la espada era  Alejandro) aunque lo encontraba peligrosamente  atractivo e inteligente el corazón de Luna se encontraba en proceso de desintoxicación del brutal Gary.Alejandro tomo su mejía acaricio su cabello  y le dijo a unos cuantos centímetros de su boca             -Quiero Enamorarte- el cuerpo de Luna se estremeció su corazón comenzó a palpitar y sus manos se congelaron, Alejandro la tomo de la cintura y la acerco a él, ella sin nada que decir solamente escucho cuando Alejandro dijo “Quiero perderme en tu cielo” y justo cuando Alejandro está apunto de tocar sus labios, Luna hace un movimiento brusco para separarse de sus brazos y gira el rostro para la izquierda, coloca su mano sobre el pecho de Alejandro para separarlo y dice –No Ale, no creo que sea correcto-  aunque Luna tenía una intriga sublevada por probar sus labios, su luto del corazón se lo impedía,  Alejandro al ver este acto golpea levemente  la pared con su puño y pega su frente a la de ella con los ojos cerrados y dice: -Luna Mi amor, solo un beso y si después no quieres saber de mí, me voy, pero si tú te atreves yo, yo, yo comprenderé por fin la existencia de lo eterno- Luna abrumada por estas palabras esta tentada a sucumbir bajo sus brazos, sus labios, sus palabras, pero con sutileza  le coloca una mano en la mejía y le dice: -hoy no- y cierra la puerta lentamente con la mirada al suelo.
Alejandro golpea la pared con las rosas y ve al suelo, piensa por un rato y dice: -hay esperanza, faltan algunas horas para que “hoy” termine-
Camina hacia el bulevar para regresar a su casa, en eso siente un fuerte empujón en su espalda, es tan fuerte el  golpe que siente que su alma sale de su cuerpo, sus hueso parecen a ver golpeado su piel de tal forma que cae al suelo, no entiende que fue eso, intenta ponerse de pie y es inútil intenta gritar y es en vano, tiene las fuerzas suficientes para voltearse y dirigir su mirada al cielo y no lo encuentra pues mucha gente yace a su alrededor observándolo, uno llama por teléfono y dice: -un herido de bala- otros le preguntan cosas que él no entiende una señora coloca un trapo bajo su cabeza y es entonces cuando se da cuenta al ver su mano, estaba sangrando.  Luna escucha dos fuertes estruendos a las afueras de su casa seguido de un gran alboroto al abrir la puerta de su casa nota una muchedumbre, al dirigirse al grupo de gente que se reunía en la esquina del bulevar observa a Alejandro en un poso de sangre, se pone pálida y cae de rodillas a su lado, pregunta como histérica a todos –¿Qué paso? ¿Qué paso?- nadie le puede responder Alejandro la ve con los ojos desorbitados, le toca el rostro y dice: -hoy ya es mañana- ella suelta lágrimas y responde –Si  mi amor- él se desmaya y lo último que escucha es la sirena de los bomberos y a dos bomberos decir –pierde los signos vitales-

EL hoy termino con el sueño de un mañana, el mañana nunca llego