El Regreso


Ángela una mujer como pocas, creyó que el amor estaba en la conciencia y se transmitía mediante la Inmaculada física de los cuerpos terrestres, su inocencia la colocaba en una rama de la sencillez que era un tanto imperceptible a la maldad, por eso cuando se enamoró no escatimo en sentimientos, lo entrego todo, se quedó sin nada, sufrió todo, se quedó sin lágrimas y esto hubiera sido lo ideal, si tan solo aquel que recibió los constantes mimos de su cuerpo hubiera tenido la idea cuantitativa del valor de sus besos, caricias que ella le daba al por mayor.
Con el tiempo el aprovechado de sus besos, la dejo, Ángela cultivo tanto ese amor, que al dar a luz al pequeño Ángel conoció un puro y genuino sentimiento, dejando muy atrás lo que antes había conocido como amor.
A pesar de su madures, Ángela había sido destinada para ser hermosa, aunque no se lo creía del todo, en ocasiones notaba destellos de su belleza en la sonrisa de su pequeño hijo, debido a la precaria situación económica vivía junto con su tía en una casa en el municipio de Mixco, llegando al conocido Zanjón.
En ese preciso lugar en el espacio de la carretera que no se usaba estaba Edgardo, un vendedor de autos usados, maltrecho, sucio (siempre) honesto eso si, por lo mismo su trabajo no le hacía justicia, amigo de todos conocido de nadie, si usted le llegaba a conocer sabría que su vida no era gran cosa pero que su personalidad intrigaba.
Había notado a Ángela desde hace meses y un día se armó de valor y justo cuando pasaba a su lado le dijo un sencillo  pero tortuoso -Buenas Tardes- ella sonrió (como Ángel en su máximo resplandor) el murió.
Y así consecutivamente los -Buenas tardes- se hacían más frecuentes incluso variados, algunas veces hasta se atrevía hacer una pregunta -Buenas tardes que tal su día  - ella respondía capsulas cortas de información -muy bien gracias- sonreía y seguía su camino.
Mi madre que era su vecina platicaba con Edgardo, ella era el comodín como decía el, constantemente recordándole que le hablara bien de el a Ángela, mi madre le recordaba, que una mujer así no era tan fácil enamorar, además que la responsabilidad era demasiado ella tenía un hijo.
El negando la razón se dedicaba a enamorarla con una simple acción de un saludo, un día decidió incursionar en el materialismo emocional a la cual ella respondió -¿Rosas? dígame una cosa, usted  cree que las rosas son un acto premeditado de aprobación, por lo tanto si se las recibo estaré aceptado una acción de su parte a la mía, lo cual encuentro muy poco productivo-
Decepcionado y acongojado se dijo:  -si no es hoy, será mañana-
Y así pasaron meses, años una década estaba cumpliéndose y el corazón no olvidaba, se habían echo amigos pero nunca enamorados.
Un día mi madre que es hija del sarcasmo le dijo: ¿Conoce usted la magnitud de sus actos? El tiempo no va a retroceder, usted es joven deje ya la ilusoria idea del amor y busque a alguien con quien establecerse.

Edgardo pensó que tenía razón ya había pasado mucho tiempo y el amor no obtenía frutos, así que un día decidió probar suerte en el norte, era el principio de los noventas y la moda (casi obligatoria) consistía en irse de mojado, debido a esta acción tan peligrosa decidió despedirse de todos sus allegados que por cierto eran muchos. De ella no se despidió, asumió que iba a ser extremadamente difícil, así que fue con el pedacito de ella (Ángel) y le dijo:  -Conoces vos que no todo es como uno quiere, o por lo menos no siempre se puede, hoy me voy en busca de algo más, porque aquí no puedo estar, es un agobio ver a tu mama linda como siempre y yo más burro como nunca, me voy angelito pero quiero que sepas que te llevo en el corazón- Angel consternado ante tal información decide apretar la cintura de Edgardo y se alcanza a distinguir una lagrima.
El viernes partía Edgardo estaba todo listo, una pequeña maleta donde llevaba agua, unas botas de campo y camisa de cuadros y no hay gran emoción en esto, ella no lo fue a buscar en medio del camino tampoco corrió a su rescate mucho menos lloro su ausencia, el simplemente se fue como quien se va, el que nunca ha existido.
Ángela al principio noto su ausencia y cuando escucho la noticia de sus vecinos (chismosos) comunicativos se llenó de un sentimiento frio y obscuro un nudo en la garganta se atravesó, nunca había sentido eso desde aquel primer adiós, pero no dijo nada. Inmediatamente le conto a Ángel, como necesitando información, -Si ya se había despedido de mi-. Esa frase perforo el corazón de Ángela, elaborando un irremediable sentimiento de abandono y negligencia ante el corazón enamorado, pero no actuó, nadie esperaba eso de ella, ni una llamada a su enamorado compañero, ni siquiera quiso saber si habría sobrevivido a su peligrosa travesía.
¿Cuantas veces nuestro orgullo se come la razón del corazón?
El año nuevo del 99 el mundo esperaba un cambio rotundo fue un viernes y en la cuadra se esperaba una fiesta, los niños quemando cuetes, las mujeres hirviendo el ponche, las puertas estaban abiertas y el pino regado en toda la cuadra. Ángela no había cambiado nunca su rostro, aunque el brillo aquel que propiciaba Edgardo había desaparecido.
Estaban sentadas las mujeres en una esquina de la calle, con ponche en sus manos y los estrenos en exhibición, los niños jugaban con volcancitos fulminantes en la banqueta y los jóvenes entre ellos Ángel jugaba a ser adulto con tragos de alegría entre sus amigos. En eso observa que Ángel saluda alguien con gusto, lo abraza fuerte, ella ignora el acontecimiento pensando que podría ser un amigo más, continua la plática con sus vecinas, cuando una sombra la cubre     -Hola angelita, usted siempre tan bonita- ella levanta la mirada y se para, su corazón (tiembla) no palpita, el suda como nunca, pero la toma de la mano y le dice: -¿Se recuerda de mí?- ella responde seria ignorando las revoluciones de su corazón -¿Cómo esta Edgardo, que tal su vida? ya está hecho todo un señor-
-Regrese Angelita, me convertí en alguien por usted- ella sonríe y justo cuando va a defender su moral de mujer intachable el,  la interrumpe. -Deje ya su incorruptible ser, no me diga que no me extraño, por favor sea honesta por una vez en su vida y dígame si este es nuestro tiempo- ella ante este impuesto análisis, calla, su silencio solo demostraba el inicio de una vida juntos, una negación a sus ideales conservadores un dogma roto por el escepticismo de sus ojos.
Esta historia no termina con un beso apasionado, usted sabe que con los años estas muestras de amor se hacen cada vez más innecesarias, pero demuestra que cuando el corazón se niega, la razón confirma.
Tiempo después supo finalmente el sabor de sus labios, de su cuerpo de su alma, no vivieron felices para siempre, pero vivieron juntos y eso les era suficiente.

El día que toques a mi puerta

Ella era maestra, estaba acostumbrara a enseñar, el era comerciante, su labor era ganar, entonces el se gano su corazón, ella le enseño amar y juntos escribieron una historia. 
Se enamoraron en cuestión de segundos, siempre se habían visto pero nunca se habían mirado, su primer beso nació con una pregunta:
¿A que saben tus labios? pregunto el
 -no se- respondió ella, 
el dijo: averiguemoslo (besándola)
Junto al atardecer de Monterrico se besaron y al fin comprendieron que sus labios se pertenecían. En el pueblo se admiraban de su amor. El la esperaba a la salida de la escuela sin apresurarla sin molestarse por que su labor exigía tiempo. Ella lo acompañaba al banco y mientras todos hacían la tediosa cola del banco ella acariciaba su espalda con su mano.
En Monterrico todo transcurre mas despacio, por lo tanto se disfrutaban un segundo en varios minutos, eran los ochentas y el era un idealista, cuando corrió la voz que se estaba armando un ejercito insurgente  el quiso un  país mejor para sus hijos (los que había soñado con ella) así de simple, pero difícil se marcho del pueblo en un camión de idealistas empedernidos.
Ella al momento de llegar a la terminal de buses le rogó que no se fuera con un nudo en la garganta, el la beso y dijo: -hago esto por los dos- su corazón se desintegro lentamente mientras sus rodillas caían al suelo y su llanto traspaso la barrera metafísica.
Ella solía pasar por los manglares y recordaba la primera vez que conocieron su cuerpo, el en la selva soñaba sus ojos y los convertía en estrellas.

Pasaron años, el finalmente regreso a tierras de la plena república del amor perdido, la vio cruzar la calle, la alcanzo la tomo del hombro, su corazón latía como ferrocarril descarriado sus manos sudaban, pero sus ojos habían cambiado, ella se negó a perdonar, el se re-enamoro. El le dijo: -vamos- ella dijo: -no- . Entonces el se ahogo en el fondo de una botella por unas semanas pretendiendo olvidar lo inolvidable.

El pueblo estaba mas poblado y rara vez se encontraban, decidieron olvidarse. El conoció a una Rusa subversiva la cual se encariño  pero no amo. Un viernes ella lo vio pasar con la Rusa, tenia ganas de decirle que su mujer era la de muchos, que aun lo amaba que sus labios aun tenían su sabor, que se moría por abrazarlo, que deseaba con ansiedad que sus labios pronunciaran su nombre, que hubiera deseado que intentara un poco mas. Pero con los ojos aligramados acelero el paso y se esfumo con su deseo empaquetado.

El vio su espalda marcharse, y como instinto natural su mano soltó la de su pálida compañera y se reprimió  instantáneamente  -maldita necesidad de necesitar- pensaba cuando se hundía en los grandes ojos azules de la Rusa y de repente aparecía el recuerdo de su amor en las aguas azules de los manglares.
El tiempo paso pero el sentimiento fue irrevocable, ella conoció a un francés  se enamoro (por que una mujer si ama dos veces, pero nunca ama igual) se caso en una boda hermosa carente de magia, el la vio desde lejos, y su virilidad de hombre se esfumo cuando lloraba como niño que había perdido algo, sin ningún consuelo.

La rusa subversiva en todo, reto a la sociedad y nunca quiso contraer nupcias, no creía en el matrimonio y aparentemente tampoco en la fidelidad, pero el no podía evidenciar los claros errores de su compañera por que eso significaba quedarse solo y a su edad eso ya no era una opción.

¿como paso?
¿como se fue al olvido el amor?
¿como nos quedamos con los extranjeros del amor?
pudimos ser tan felices juntos y ahora forzamos la felicidad fingiéndonos enamorados.

Envejecieron. El se volvió escritor ella se fue a las Europas y así pasaron décadas.  En una librería de parís ella encuentra un libro olvidado "Monterrico amor de manglares" lee la primera hoja, se le quiebra la voz y sale presurosa de la librería.

Era un viernes, el escucha alguien tocar a la puerta la abre y encuentra esos ojos memorables envueltos en unos surcos de piel, es ella, su amor, su vida, su todo.
 -disculpe la intromisión y la tardanza a mi llegar, pero creo que sus poemas hablan de mi, si me equivoco discúlpeme-

el dijo: todo este tiempo escribí con la intención de decirte las cosas, sin decirte. Con la esperanza de que mis letras te alcanzaran-

-entonces son para mi- dijo ella

-no has entendido aun, que todo este tiempo te  he esperado-

ella dijo: -el amor no nos tuvo paciencia-

el: -he vivido sin ti parte de  mi vida, ahora solo quiero esperar la muerte tomados de la mano.-

(se abrazan con las uñas clavadas en la espalda para no dejarlo ir)

El se despierta abruptamente la Rusa yace a su lado, observa el techo de la habitación indignado y su cuerpo anciano hace un esfuerzo para levantarse y dirigirse al escritorio se sienta y escribe de titulo:
 "El día que toques a mi puerta"


Manglares Monterrico

(Si esperaba un final feliz, lamento decepcionarlo, las cosas no funcionan así de este lado del blog)