¿Dónde está el ombligo de Adán?

Todo indicaba que era el lugar, y que aparentemente se habían encontrado los restos perfectamente preservados de Adán,  los arqueólogos emocionados pedían a los dioses de la investigación que les dieran la razón.
Entonces el momento de la verdad llego a culminación, la máquina de medición de profundidad finalmente había encontrado algo y el “pib” que indicaba su encuentro sonó a campanas de gloria entonces dos de ellos con máscaras puestas temblorosos empezaron a escavar muy delicadamente como quien tocaba por primera vez a una mujer.
Así poco a poco fueron descubriendo el cuerpo en perfecto estado que aunque deteriorado en textura cumplía con la forma de la piel pegada al hueso. En el lugar los paleontólogos lloraban, los arqueólogos temblaban de emoción y los antropólogos empezaban a elaborar teorías.
Después de algunas horas finalmente lo contemplaron, bajo un atardecer hermoso y unas sonrisas de satisfacción contemplaban el cuerpo, con el corazón en la boca aquellos grandes estudiosos se convirtieron en niños con juguete nuevo.  Así muy delicadamente extrajeron el cuerpo y lo llevaron hacer los estudios respectivos (porque dudan de sí mismos) para comprobar su autenticidad.
Los estudios dieron positivos, era efectivamente el eslabón perdido, el primer ser humano que pobló la tierra, el ser creado de del aliento de vida, los primeros pies pobladores, el padre del Homínido (para los escépticos) o el nieto (para los creyentes). Entonces investigaron cada parte del cuerpo minuciosamente con la concentración de colocar el hilo en la aguja, apenas respiraban en el cuerpo, habían más de 10 especialistas alrededor de la mesa donde se encontraba, nunca antes se habían visto tan interesados e intrigados por el cuerpo de otro hombre. (Bueno, algunos)
Entonces descubrieron que faltaba algo, fundamente, algo que tal vez negaba su proceso de hombre y afirmaba la creación divina, “El ombligo” ¿Dónde está? se preguntaban unos a los otros con la peor cara que podían tener los estudiosos (de a ver perdido la verdad) ¿dónde está el  ombligo de Adán? lo buscaron por todos lados, elaboraron teorías ridículas, por ejemplo:  
1. debido a una mutación genética puede colocarse en otro lugar.
 2. debe de ser el primer prototipo pues tiene errores de fábrica.
Así investigaron noche tras noche, en libros de anatomía, en documentos, tesis y revistas médicas, se frustraban y entre veces la angustia se comía el sueño, así que llamaron a expertos médicos de todos lados del mundo, para que observaran el cuerpo, todos a la expectativa de estos,  cuando revisaban el cuerpo a través del vidrio que dividía la sala de investigación de la sala de observación, algunos se comían las uñas, otros ya se las habían acabado, al salir estos médicos expertos solo dijeron: -lo siento, no lo encontramos- y así en su frustración negando toda idea científica de implementación de teorías supuestas decidieron llamar a los religiosos a que entregaran una respuesta espiritual, entonces ellos segados por la ciencia, afirmaron que el “ombligo de Adán” no existía, puesto que este no conocía vientre de mujer, entonces en eso debatió un teólogo renombrado, diciendo que si era el primer prototipo de hombre entonces estaba mal diseñado por lo tanto era debatible la existencia de un Dios perfecto, por lo tanto la acción de negación causo un conflicto entre los religiosos y los teólogos  y poco falto para conocer su naturaleza humana negando así su capacidad de análisis (y probando su capacidad con los puños) cuando un filósofo irrumpió en escena y dijo: - tal vez la idea de un ombligo es puramente superficial, estamos buscando lo que lo hace hombre y en la rama metafísica, tal vez el ombligo representa una constante en su apego a lo terrenal, mas Adán no era terrenal-, entonces el agnóstico se levantó de la mesa con prontitud y colocando su mano sobre la mesa con fuerza exclamo -¡no se habla de lo que no existe como si existiera!- Y la discusión continuo por meses, los hombre se reunían en el lugar cuestionándose una y otra vez acerca del ombligo de Adán, ¿Dónde está? Decían unos, ¿existe? Decían otros  (y los más presuntuosos) ¿Cuándo pagan?  Ya se habían acostumbrado, habían discutido constantemente por 7 meses y 7 días.
 Un día tocan a la puerta del laboratorio y aparece detrás de ella una mujer seductora, de tacones altos y con un portafolio en las manos, su labial rojo demostraba que le preocupaba su apariencia y sus lentes que no era demasiado.
Al notar su presencia los estudiosos la observaron de pies a cabeza (porque eso hacen los hombres) y al introducirse ella dijo, Soy Arianka Estevez Hick  y vengo gracias a la solicitud que me enviaron para responder ante tal inconveniente de la búsqueda del ombligo de Adán, soy antropóloga, paleontóloga, arqueóloga, especialista en cultura antigua y con profesorados en la prehistoria analista del arte rupestre especialista en sistematización de autenticidad de desarrollo de restos humanos (hizo una pausa) y añadió (muy lentamente y en voz tenue) ha y soy sexóloga.
Los hombres admirados ante tanta belleza y conocimiento juntos se quedaron atónitos y rápidamente la hicieron pasar, le ofrecieron agua, un lugar donde sentarse, una copia de la información, un lápiz, un ventilador, una flor, una anillo, una vida eterna a su lado, una boda, una noche, un amor (a no, eso no)
Después de haber escuchado las teorías de todos, procedió a pasar a investigar al cuerpo, estuvo ahí por poco más de dos horas, lo vio, lo toco, lo observo, lo pensó, lo sintió.
Todos tenían las esperanzas puestas en ella, todos querían conocer su punto de vista, (o solamente verla) necesitaban una respuesta y al parecer ella podía tenerlas todas.
 Al salir y al quitarse los guantes,  respiro profundo y dijo:


-¿Porque ninguno ha preguntado por el ombligo de Eva?-



Mi hoy no es tu mañana

Si mañana no existiera
Me gustaría que supieras

Que el momento en el que me encontré con tu sonrisa no me soltó
Que creo que me enamore un poquito o mucho de ti
Que me gusta hacer concursos adivinando a que saben tus labios
Que me he imaginado más de alguna vez amanecer a tu lado
Que desde que te vi no pasa un día que me den ganas de encontrarme contigo
Que me gustaría ser el tropiezo de tu mirada

Ser el sueño que te despierta con una sonrisa
Si el destino decide jugar conmigo
y me arrebata la existencia y
También las ganas y las ideas  y los poemas y la inspiración

Me gustaría que supieras
Sin simulacros
Sin problemas
 Sin situaciones o pasados
 Sin ella.

Que te quise o te quiero
Que te soñé o te sueño
Que te besaría
Que no importa con quien estés, o con quien estarás
Pues
Aquí en mi hoy
Eres mío


Cuarenta y Seis

Quien iba a decir que dos almas tan distantes iban a encontrar refugio en un solo corazón.
Estaba lloviendo y todo apuntaba hacer una tarde común y corriente en San Pedro Sololá, las gotas caían como rebotando en las pocas calles pavimentadas del lugar, Ana caminaba por el pueblo debajo de un triste paraguas negro que apenas alcanzaba a cubrir su joven cuerpo, con un canasto de tortillas a su costado intentando llegar a su trabajo con el mandado que se le había encomendado, ya hacia un tiempo que ella era huérfana y vivía con unas amigas en un pequeño departamento del lugar, me corrijo, ellas no vivían, mas sobrevivían. Sus trabajos involucraban limpiar piscinas, ser meseras, limpi
ar baños, no tenían estudios es más, a veces ni les hacía falta leer en su vida diaria.
En esa tarde la lluvia inicio más fuerte como acribillando el mísero paraguas de Ana y decidió refugiarse en una esquina donde una pequeña pestaña salía y cubría un celestial espacio de la lluvia, cerro el paraguas y se paró un rato viendo como el agua salpicaba sus sandalias y a la vez sus pies. En eso vio como un hombre de  unos 40 años saltaba de charco en charco como a una cuadra de donde ella estaba, tratando de esquivar la lluvia, cuando se iba acercando se dio cuenta que era un Gringo que vestía un short una playera que la lluvia egoísta habían mojado completamente, además no podían faltar las clásicas sandalias que aparentemente es reglamentario utilizar antes de viajar algún pueblo en Guatemala. (Los adquieren junto con la visa) este al verse indefenso ante tal lluvia vio el refugio de Ana como una opción vital de sobrevivencia ante los balazos de lluvia que perforaban su cráneo. Entonces se colocó con rapidez junto a ella y dijo  -eskiusmi mucha lluvia, compremiso- ella como buena guatemalteca que no sabe ingles  lo vio para arriba y sonrió con la boca cerrada entonces observo detenidamente sus ojos y eran celestes como cuando al lago le pega  al sol al medio día, el Gringo la observo y vio en ella más que a una mujer, vio una sonrisa, y ya saben lo que dicen, cuando un hombre ve en una mujer una sonrisa.  (El mundo se detiene)
Él le dijo –mucho guste yo llamar Jayce-  ella lo volvió a ver y volvió a sonreír (Él se encantó)            -mucha lluvia esta callenda- dijo el Gringo, ella volvió a reír, (Él se volvió a encantar) así esperaron que se calmara la lluvia los dos intrigados el uno con el otro veían como caía gota a gota y la salpicadura mojaba sus pies descubiertos, de distintas tonalidades pero bajo la misma lluvia. Ella dijo –ya está pasando- viendo directamente para la lluvia, Él la vio encantado, su cabello era ondulado y el efecto de la lluvia sobre el mismo la hacían ver como la perfecta amazona en la selva, observo que estaba temblando y le dijo –tú tienes mucho fría- ella sonrió y le respondió –si Don, por la mojada- -¿como esu nombre?- le volvió a preguntar,  ella respondió –Ana Marroquin- (porque un latinoamericano siempre tiene apellido) –mucho guste Ana, yo soy Jayce- Buena tarde Don Yeis dijo Ana abriendo su paraguas y pegando un salto al pavimento, al ver esto Jayce la siguió y le dijo – hey weit, can ai col iu, ai want tu si yu agen- (hey weit can I call you, I want to see you again) (hey espera, puedo llamarte, te quiero volver a ver) Ella asustada por el acercamiento del individuo camino más rápido, siempre tan amable sonriendo hasta que el Gringo se le puso enfrente a modo de que sus pasos no dieran ni un movimiento más, se quedaron congelados por un momento hasta que ella lo rodeo y camino, entonces el entendió la evasión y pensó para sí mismo, ¿la sigo? ¿Lo intento de nuevo? O ¿me arrepiento para siempre?, al ver que ella ya se había alejado se decidió caminar a su destino con la cabeza abajo, sin percatarse que la lluvia seguía cayendo sobre ella esta vez un poco más densa.
Entonces  terminó así la historia que un día escribí, (si el destino no fuera una jugarreta del hombre)

Así que como el destino fiel amigo de la esperanza los volvió a unir, aunque ella se había resistido hablarle al Gringo sabía que dentro de ella algo había pasado, pues su mente la traicionaba y en ocasiones se encontraba pensando en él, por su parte él se había rendido a la idea que esa sonrisa aunque olvidada y perdida era suya, la atesoraba como un recuerdo imposible, (por que quiere) de borrar, el viernes a las 6 de la tarde ella cumplía  con sus trabajo en el restaurante y de improviso la enviaron al bar, pues había ocurrido un percance con un cliente, a lo cual ella asistió presurosa con escoba y sacabasuras en la mano, ella se dirigió al lugar a levantar los pedazos del vaso roto que un cliente accidentalmente había tirado en la fiesta del bar junto a la piscina, él se encontraba en el muelle hablando con unas cuantas amigas cuando de improvisto el destino provoco en él un llamado de la naturaleza, así que camino hasta el área de la piscina para dirigirse al baño, justo cuando levanto la mirada observo a Ana de rodillas colocando el sacabasuras en el piso de modo angular, se sorprendió tanto que se pasó las manos sobre los ojos en señal de asombro y al acercarse un poco más la decidió abordar, -Ana, Ana como está usted- le dijo sorprendido pero feliz de haberla encontrado, ella un poco tímida y sorprendida levanto la mirada y sonrió y en voz baja dijo –hola señor-  el observo como ella limpiaba el área afectada y le dijo –tu trabajar aquí te verer  más seguido- y precisamente así fue, después del encuentro Jayce averiguo los turnos de Ana y coloco en su lista de imposibles su nombre, aunque Jayce ya había vivido 26 años más que Ana conocía muchas técnicas de conquista, pero ninguna podrían alcanzar a esta veinteañera inconquistable, en los planes de Ana no estaba enamorarse, mucho menos de un Gringo de 46 años, es más Ana no tenía ningún plan vivía su vida sin aventura solo esperando sobrevivir al día siguiente, por las mañanas cuando ella limpiaba las habitaciones el esperaba que llegara a su habitación y se sentaba en una esquina a leer mientras ella tendía la cama, y la observaba sin que ella se diera cuenta, un día coloco una rosa blanca entre sus sabanas y observo emocionado como ella la encontraba al hacer su cama, pero fue una reacción diferente a la que él esperaba, pues al encontrar la rosa ella la tomo entre sus  manos y casi mecánicamente la coloco en su mesa de noche, prosiguiendo con el trabajo.
En las tardes cuando ella se encargaba del restaurante, el accidentalmente derramaba el agua y en ese momento llegaba Ana con un trapo en sus manos para solucionar el problema (o el capricho) ya había pasado un mes y todas estas técnicas ofensivas no parecían funcionar, así que un día con el afán de encontrarla y que lo encontraran el hizo la cama como tantas veces había visto que ella la hacía, limpio el baño, arregló su ropa, coloco todo en su lugar hasta sacudió  la parte de atrás del televisor, entonces cuando ella entro se vio con la sorpresa que ya nada tenía que hacer en esa habitación pues su trabajo ya lo había realizado él.
Ante tal acción ella se conmovió y al llevarse la mano a la mejía le dijo –muchas gracias- él la tomo de la mano y le dijo –yo solo quiera platicar un poquito contigo- ella no se pudo resistir ante tal amabilidad y accedió, así que se sentó en la cama y el jalo una silla e iniciaron una conversación (con mucho esfuerzo) él le conto porque había viajado a tierras tal lejanas y por qué había elegido Guatemala, ella le conto que sus padres habían muerto hace poco, entonces ella le hizo un pregunta que era primordial para que la relación avanzara, -¿porque un hombre de su edad, está soltero?- el respondió con toda honestidad, y le conto que cuando él estaba joven se había enamorado de una mujer la cual iba a convertir en su esposa, pero por una mala jugada del destino a esta le había dado cáncer y había muerto justo antes de la boda, esto conmovió a Ana e hizo que su feminidad se acercara mucho más a él, la atracción física era inimaginable, aunque la diferencias de edad era considerable no les impedía que tuvieran grandes cosas en común, ella pensaba que el lago era un mar y él pensaba que el mar era el mar. Sus encuentros se fueron haciendo más concurrentes él se perdió en su sonrisa y no quería ser encontrado, ella nado en la laguna de sus ojos y quería ser naufraga, así sucedió el primer beso en el muelle, junto al lago de testigo que acaricio sus cuerpos mientras anochecía, todos pensaban que tal amor no solamente era ilógico si no también inapropiado, las amigas de Jayce pensaban que él era demasiado interesante y propio, todo un caballero para ser desperdiciado en una mujer con unas manos tan maltratadas, las amigas de Ana pensaban que él era un Gringo cualquiera y que pronto la embarazaría y la dejaría botada, esto le dio más interés a la relación.
Ella no sabía mucho de la vida, él le enseñaba y como escuche una vez “no siempre se trata de enseñar muchas veces hay que aprender” él fue aprendiendo más  español, ella aprendió solamente una palabra en inglés y cuando fue el tiempo correcto la dijo –I love you- él dijo también en el tiempo adecuado –yo también te amo- visitaban lugares que los turistas no conocen, como la montaña escondida, donde se ve todo el pueblo, o la laguna del muerto donde se puede nadar desnudo y a nadie le importa, o visitaban el cielo, de vez en cuando, cuando se encontraban solos, en su habitación.
Se enamoraron tanto que él amaba que ella dijera su nombre mal pronunciado “yais” ella lo amaba tanto que le enamoraba  cuando con esfuerzo Jayce le decía “miarmor” él le dio sueños ilusiones, le contaba antes de dormir de sus infinitos viajes y que había un mundo después de San Pedro, ella le contaba las leyendas del lago, y que había un mundo después del mundo.
Nunca había soñado ella con poder estudiar, o tan siquiera conocer otro lugar, así que un día el decidió sorprenderla y justo después de su trabajo la subió a una lancha y se dirigieron junto en un auto rentado a la ciudad de Guatemala (GUATEMALA CITY) le dijo el taxistas que los llevo, ya en el a ciudad él podía observar los ojos de ella, llenos de ilusión y éxtasis iluminados con las luces de la ciudad, (se) comieron en un restaurante muy elegante donde ella no tenía que lavar los platos, ante la mirada desagradable de todos por la diferencia de edades, se amaron sin inhibiciones, y ahí en la cima de un edificio él le hizo la pregunta más audaz que pudo hacerle, -te quise enseñar la ciudad porque se que nola conocías, pero después me pregunte ¿Qué más te pede enseñar este viejo? Y deduje que el amor podría ser la lección perfecta,  entones Ana déjame amarte como nadie la ha hecho, y déjame hacerlo para siempre- sacando un anillo de su bolsa y colocándolo en su áspero dedo, la bella Ana, ella sucumbió ante tal gesto de humildad que ningún hombre de su cultura le habría mostrado y en la epifanía de lo honesto, su corazón se abrió ante una palabra, -si-
Regresaron al pueblo con esa ilusión tan grande, se casarían a finales de diciembre y finalmente el la llevaría a su pueblo Connecticut a conocer a su familia y algunos amigos que había dejado olvidados en ese lugar, su amor era un amor honesto que no media las edades ni la diferencia de culturas, mucho menos el idioma pues no notaban como él decía “miarmor” y ella “miamor” al final de cuentas el sentimiento era el mismo, por lo tanto habían decidido vivir juntos pues no podían pasar ni una sola hora separados sin extrañarse entonces alquilaron un departamento sin mucho, pero con lo necesario en el pueblo y lo ambientaron con lo poco que ella tenía y lo mucho que él podía comprar, y así vivieron los mejores 3 meses previos a la boda.
Un día cuando ella regresaba a su casa al abrir la puerta se encontró con Jayce tirado sobre la alfombra, con la mano en el pecho, se asustó tanto que pego un grito corriendo hacia el preguntándole que le pasaba, el apenas y podía responder, así que corrió a la calle principal a pedir por ayuda, algunos vecinos la ayudaron a colocarlo sobre la cama, y los niños del pueblo corrieron en busca del único doctor de todo el lugar, cuando llego Don Miguel el doctor le dijo a Ana ignorando todo diagnóstico, -Ana hay que llevarlo al hospital-, entonces con ayuda de los vecinos lo cargaron hasta una lancha, siempre con Ana de la mano bañada en lágrimas la lancha zarpo en medio de la lluvia con rumbo al hospital de Panajachel, en el camino el abrió los ojos y vio a Ana llorar de frustración al saber que nada que ella hiciera cambiaria esta situación, entonces el acaricio su mejilla y le dijo –te enseñe amar, mi pequeña niña guatemalteca, ojos de carbón, piel de durazno, you are and always will be my love (tu eres y siempre serás mi amor), ella lloro un poco más antes de limpiarse sus lágrimas y fue allí donde noto por primera vez las arrugas de Jayce, entonces la lancha se detuvo y ella entendió que era el final, lloro sobre su pecho desconsolada, y sintió su último aliento, el lanchero observo el cuadro y supuso que no importaba que tan rápido hubiera llegado, este era el destino de la pareja.
Cuando llegaron a Panajachel, lo declararon muerto de un ataque cardiaco, ella lloro desconsolada por unas 6 horas hasta que alguien le dijo que era tiempo de hacer los preparativos del entierro, como era su deseo lo enterraron en San Pedro, ella se vistió de blanco ese día, y todos lo lloraron un poco, ella lo lloro toda la vida, al llegar a su casa su agonía de tristeza era tanta que tenía que salir, al pasar por su lugar de encuentro en aquella lluvia se quedaba tirada con las manos en el rostro llorando como quien lo ha perdido todo. Era tan común verla llorando por el pueblo que las mujeres pasaban tocándole la espalda rogando por consuelo, algunas la encontraban en el muelle y la llevaban de regreso a su casa, estaba sola,  le dolía el alma, le dolía la vida.
Entonces decidió partir, se estaba ahogando en la miseria de la soledad, le estaba costando vivir por lo tanto vendió todo lo que tenía y decidió viajar, primero se fue a la ciudad, ahí trabajo para olvidar, pero se vio inmersa en el dulce dilema que lo que en realidad tenía que hacer era trabajar en olvidar. Así que decidió viajar fuera de Guatemala, se estuvo de un país a otro, conociendo todo lo que alguna vez Jayce le había contado, veía lugares y se imaginaba junto a él, así pasaron los años, hasta que cumplió 46 estaba en Roma arriba del coliseo como siempre, pensando en Jayce, cuando un Joven Griego le pregunto la hora, ella con la mirada perdida en el horizonte en la noche  no respondió, el Joven insistió tocándole el hombro, ella sorprendida lo vio a los ojos y sonrió para luego mirar su reloj -10:30- dijo regresando ver al horizonte.

-En que piensa- le dijo el cómo en intención de que ella lo volteara a ver, ella lo volvió a ver, y encontró en el Joven Griego una mirada tan tierna y encantadora con una inocencia tan inmersa en ella que la cautivo, comprendió por fin su destino, el destino que Jayce le había marcado en su vida, los mayores de 40 enseñan a amar.





La Noche

Cuando el sol se esconde
Y la luna alumbra
Mi corazón vela
Por volverte a ver.
Jenniffer Velásquez

¿Dónde están los invisibles?

Un antropólogo Francés se dio a la tarea de investigar lo investigable, como todo buen antropólogo había aprendido de todas las personas algo importante, por ejemplo de la cultura Mayas en Guatemala había aprendido que no importa que tanto se haya vivido, lo importante era dejar huella,  de la cultura afgana aprendió que algunas veces el orgullo sobrepasa la razón, de la cultura norteamericana aprendió que la necesidad del hombre muchas veces es innecesaria y así recorrió el mundo entero aprendiendo diferentes idiomas, culturas, comidas, ciudades, estructuras, filosofías, ideas, rituales de amores y sexo que en eso no muchos diferían, “todos los seres humanos se aman igual” decía con una sonrisa incierta. (Solo él sabe)
Aunque sabemos que los conocimientos no tienen un límite este se había cansado de investigar aquello que por alguna razón unos y otros colegas  ya habían tentado con sus ociosas manos de y analizado con sus perturbadas mentes.
Ya se había cansado de re escribir en lo ya escrito, re pensar en lo ya pensado, indagar en los textos de alguien más, ser un conocedor más, un copista de las ideas de alguien más.
Estaba harto, un harto especial, no como quien detesta su trabajo y dice cada mañana antes de despertarse “estoy harto”, pero de igual manera se levanta a trabajar. Si no un  harto como de aquel que está en la orilla de un precipicio y dice “estoy harto” antes de dar el último paso a la nada.
Entonces inicio su búsqueda incierta, la búsqueda de los invisibles, los que no existen, los que no conocen, los que no son.
Busco entonces en la selva tropical pero los que estaban allí, ya tenían una cola de antropólogos redactores del secreto de la virilidad del hombre. Busco entonces en la cima del Himalaya y al encontrarlos eran tan superfluos tan metafísicos que todo aquello investigado iba a trascender por el alma, se convertía en filosofía y ese no era su profesión. Entonces decidió ir al mayor enigma de la humanidad poco explorable (por miedo) la mujer y se sentó con una mujer hermosa  pero antes de ser antropólogo fue hombre explorador del sexo opuesto, exploro pero nunca entendió, por lo tanto se rindió (a ella)
Después de años de  búsqueda una tarde decidió renunciar a su carrera antropológica, no existía ninguna esfera del conocimiento sin explorar, “el ser humano en si, es un enigma descubierto” se dijo a si mismo mientras pasaba la mano por su cabeza pensando en todo el tiempo perdido.
Así llego a la orilla de la calle, con aquella humanidad en pleno ejercicio del deber frente a el, los carros no paraban y todos corrían presurosos donde los esperaban, pero a él se le habían acabado las razones, por consecuente las ganas. Entonces cayó desplomado sobre la banqueta inclino sus rodillas y coloco su portafolio en el suelo, se llevó las dos manos a la cabeza y arrastraba su cabello entre sus dedos con una desesperación presurosa, en eso, en medio de su colapso mental escucha una pequeña voz que le dice  -¿lustre?-  el alza la mirada y enfrente a  el un niño que con herramientas en mano miro hacia sus zapatos de antropólogo ósea zapatos de hombre.
 Era tanto su abatimiento que ni siquiera afirmó o negro la pregunta de este pequeño, entonces al verse en opción de tomar su gesto como una afirmación, el niño comenzó a lustrar sus zapatos.
Izquierdo
Pasta, brillo, cepillo
Pasta, brillo, cepillo
Pasta, brillo, cepillo
Brillo, brillo, brillo
Derecho
Pasta, brillo, cepillo
Pasta, brillo, cepillo
Pasta, brillo, cepillo
Cepillo, cepillo, cepillo
Mientras este desfile sistemático de una labor se realizaba, el Antropólogo pensaba en las personas invisibles, las que no había encontrado, las que no había descubierto, las que no existían en lo que conocía, pero tenían denominación en la potenciación de lo conocido.
El niño termino su labor después de unos minutos y  extendió su mano como en señal respetable de quien cumplió su trabajo y merece su pago, el antropólogo aun consternado, como mecánicamente saco su billetera y le dio el dinero, el niño lo guardo, recogió su indumentaria y se retiró lentamente contando su ganancia.
El antropólogo, con una ceja levantada y la mano colocada en su mentón observo sus zapatos de una brillantez reflejable  y al niño consecutivamente y pensó.
Características de un invisible (dos puntos) Hablan pero nadie los escucha, están pero nadie los ve, no existen, pero existen, no tienen nombre, no tienen edad, nadie los recuerda, los libros no escriben de ellos.
Se colocó de nuevo la mano en la cara esta vez con la boca abierta y separo las piernas para verse los zapatos lustrados y sus ojos se abrieron prominentemente y dijo sorprendido y en voz quebradiza  -¡ellos son!  -ellos son los invisibles-.
Les damos dinero pero no los conocemos, hablan pero nadie los escucha, dijo lentamente en balbuceos con la mano en sus labios, los olvidamos con facilidad, no son nadie siendo alguien, un zapatero, el que vende el periódico, el niño lustrador, el limpia vidrios del semáforo. Todo tiene nombre pero no existen, son de nosotros pero no están con nosotros.
Son otros
Son ellos
Son invisibles se hacen imperceptibles al materialismo humano, no los cuenta, no se relacionan no son seres materiales, no existen, los excluimos, los redujimos, los eliminamos, no trascienden no pretenden, no comulgan, no son, ni serán.
Así corrió hacia el pequeño niño que en la oscuridad de la tarde desaparecía y semi  trotando lo alcanzo, colocándole la mano en el hombro dijo:
-Hola-
El niño asombrado no respondió y lo observo receptivo a su actitud de inventor al inventado.
-Quieras ser mi descubrimiento- le dijo acelerado
El niño con rostro intrigante solo dijo, ¿ha? (Que es igual a nada) y en la nada se manifestó la totalidad del producto.
¿Cómo te llamas? Dijo el antropólogo
-Julián- respondió el niño
 -hola Julián, bienvenido a tierra material- dijo el antropólogo sonriendo

Desde ese entonces, va por el mundo descubriendo a los invisibles. 
Convirtiéndolos en alguien.