Feliz Vida


Como decirte que es un día mas que marca el calendario, un día menos que me hago la ilusión y con cada año esos deseos se hacen pluscuamperfectos, y las luces y los fuegos artificiales pierden su magia, mis ojos y mi cuerpo un poco mas cansado que hace 364 días, pero sigo aquí, sigo aquí con mi capricho de vivir, esperando y deseando con sarcasmo un feliz año cuando lo que en realidad quiero, no es un buen año si no una buena vida,  disfrutando las cosas como son, sin adornos, sin materialismos, sin falsos amores, ni viejos rencores.. 

solo quiero una vida como muchas, vivida como pocas...
feliz vida a los que conozco
feliz vida a los que voy a conocer
feliz vida de los que voy a enamorar
feliz vida a los que nunca perdonare
feliz vida a los que luchan por amor
feliz vida a los escéptico
feliz vida a los religiosos
feliz vida a vos...

Y mientras me aferro al mañana con pasión, quiero decirte, vida así es como soy yo.

limpiaparabrisas


Teníamos en mente una idea y tal vez era el ocio que nos carcomía la vida, pero al final era una idea, la idea sin gestión no existe por lo tanto decidimos ponernos en acción, mi cómplice mi fiel compañera mi hermana y amiga (porque se lo  ganado y por sangre obligatorio) Jessica Juracán.

Todos los días de camino a casa, en el semáforo de la 4ta calle zona 3 de Mixco a un costado de MacDonals de la San Juan más conocida como “la calle ancha” existe un desfile interminable de cinco o seis niños que intentan aclararnos la vida con un poco de agua sucia derrepente esparce un chorro en el vidrio del carro seguido de un limpiador más sucio que limpio, si uno es lo suficientemente astuto y hace una señal de “no” acompañado de un gesto molesto, su carro y su vidrio saldrá invicto de tal asedio, una y otra vez estos personajes elaboran este mismo proceso cuando el semáforo esta en rojo y una y otra vez son rechazados por los automovilistas que luchaban contra el asedio de las aguas sucias en el vidrio de su automóvil.

Me había vuelto una maestra de los ademanes y gestos para incentivar un “no” en la carita de estos pequeños, pasaban al costado del carro sabiendo que su rechazo era fulminante e irreversible, mi hermana que va por la vida preocupándose por sus propias narices pero eventualmente estudia para las narices de los demás  (estudia medicina) observo como estos niños comían felizmente y emitió un comentario mientras esperábamos la luz del semáforo tornarse verde “Pobresitos se están todo el día en  ese trabajo” al verlos más de cerca y tener tiempo de sobra pues el semáforo se comía los minutos, note sus zapatos inexistentes, sus ropas sucias, su piel re quemada por el sol y trate de calcular la distancia que recorrían del semáforo hasta el último carro que limpiaban o intentaban limpiar, serian tal vez unas 3 cuadras de cada rojo del semáforo y de regreso.
Pensé en la vida de esos pequeños en los acontecimientos que ellos o sus padres (mas sus padres que ellos) abrían cometido para reducir sus vidas a ese trabajo tan arduo, un dolor gigantesco invadió mi existencia, al imaginar sus brazos cansados, sus pies exhaustos, sus tristes rostros quemados por el sol. Quería conocerles, saber quiénes son, quería saber su historia, sentarme con ellos, compartir una tarde, darles un abrazo quería conocer su vida.
Ese era el objetivo, para la misión.  Entonces inicio la gestión, compramos galletas jugo y juguetes  los metimos en una bolsas y como si fuera nuestra armadura salimos en el carro a buscar a estas pequeñas victimas de nuestro objetivo,  algunos de ustedes leerán esto y sabrán precisamente a que niños me refiero, el primero se llamaba Joel lo llame al carro y le entregue la bolsa, el no sonrió, ni siquiera agradeció, solo nos veía asombrado,
-¿cuantos hermanos tienes?- le pregunte
-Tres- respondió
Mecánicamente mi hermana me entrego otras tres bolsas las cuales le obsequiamos, él estaba feliz pero no podía agradecer, sin duda no estaba acostumbrado a que alguien hiciera algo bueno por él.

La segunda entrega fue frente al centro comercial Monserrat en la calzada San Juan, al medio día que pase habían dos niños eran las 5 de la tarde y esos pequeños obreros del destino, seguían en el mismo lugar, intentando limpiar vidrios y siendo rechazados una y otra vez, me estacione y llame a una pequeña niña, se llamaba María, estaba descalza, sus pies vestían suciedad, su rostro estaba tostado, su cabello era largo y andrajoso, le dije -niña vení- ella cruzo la calle presurosa y entusiasmada, le entregue una bolsa, su rostro más que de agradecimiento era de interrogación, me imagino lo que pasaría por su mente,  un ¿Por qué? tal vez, me dijo que tenía más hermanos en casa, le hice prometer que no mentía y me dijo con ojos agradables, tengo dos hermanos más, mi hermana alisto dos bolsas mas y se la entregamos, le pedí una abrazo y afectuosamente la abrace ella apenas me toco la espalda, realmente no recuerdo su olor, pero recuerdo el sentimiento, era paz, era un nudo en la garganta, era emoción, era lo que se sientes cuando realmente haces algo bien, de su vida poco me contaron, tal vez no pregunte bien, pero aún me quedan 10 bolsas y muchos niños.
Entendí por fin que ellos no dicen gracias, porque nadie les dio…


El regreso a casa fue silencioso, pues no podíamos decir nada para complementar ese momento, ya todo estaba dicho y mucho mejor aún, ya todo estaba hecho. (Por hoy)






Mi Encuentro con el Premio Nacional de Literatura

Yo: Buenas noches, es un honor para mi compartir con usted.
El: pues vaya, el honor es mio no solo es usted joven, si no también es bella.
Yo: Muchas gracias, podría usted dedicarme su libro, que ahora es mio.
El: con mucho gusto, pero permitame yo se lo destapo, este plástico que utilizan para protegerlo es el infierno del lector.
Yo: Gracias
El: ¿a quien se lo dedico?
Yo: a Maya Juracan
El: vaya que hermoso apellido, Juracan con "H"
Yo: no Juracan con ''J'' solía ser con "H" pero lo hispanizaron
El: claro (mientras escribe en el libro mi nombre) que estudias?
Yo: estudio Historia
El: vaya, vaya, que hermosa forma de iniciarse en la juventud, ser historiadora, es mi profesión por pasión y las letras es mi profesión por gusto.
Yo: yo también escribo
El: que escribís
Yo: poesía, pero me gusta escribir cuentos costumbristas
El: lo que quieres, es quitarme el trabajo
Yo: usted para mi, es un maestro, desde "Cansado de Esperar el Sol"
El: vos realmente sabes de lo que hablas, verdad
Yo: lo intento.
(toma su lapicero, escribe en una hoja)
El: ¿cual es tu edad?
Yo: 25
El: y tu profesión
Yo: Docente
El: vaya, vaya, eres una joya
(diálogos, diálogos, diálogos)
(despedida)
El: gracias por gastar una significativa suma en mi novela
Yo: gracias por escribirla, me despido
El: tengo un leve presentimiento que sabre de ti, por lo mismo te digo:  te leo en el futuro.
Yo: esperemos
El: hasta pronto señorita Juracan
Yo: hasta pronto Maestro

Francisco Pérez de Antón a primera vista es un hombre sencillo  con una altura intimidante  ojos agradables una voz tenue, a su vez su dualidad se manifiesta en las primeras hojas de ''Callejón de Dolores" donde manifiesta a un autor, complejo de intelecto superior, agrandando la escenas y descripciones en dimensiones imaginables, sin duda una persona memorable.


El recuerdo de "Pilita"


Era el año de 1979 en Guatemala, la estructura de la Universidad de San Carlos resguardaba los ideales socialistas en un mundo de intelectuales. En un salón de esquina con 120 estudiantes educaba el nicaragüense Horacio Cabezas de Vaca, para ese tiempo el rector Raúl Molina había colocado en el pensum la clase de Social Humanística, donde se educaba el movimiento dialectica y comunismo como ideal social.

“Bueno jóvenes y no tan jóvenes, la biblia es una fantasía, ese es un invento capitalista para mantener todo en orden, porque si Dios realmente existiera fuera comunista”  Gritaba a todo pulmón Horacio Cabezas al frente del salón.

Al final del salón dos jóvenes murmuraban acerca de este comentario, pero jamás en voz alta porque eso hubiese sido un crimen contra su propia vida y carrera universitaria.  E.J. y el apodado “Pilita” (pues su tamaño lo había hecho acreedor de ese nombre, el día que los bautizaron para su ingreso a la facultad de ingeniería, al introducirlo en la pileta, notaron que no alcanzaba el fondo) por lo tanto Mario Calderón  era conocido en el edificio universitario como “Pilita”.

E.J. era un amante de las matemáticas, apasionado por los números, de una familia religiosa y trabajadora, de él se sabía que por unos 25 quetzales  hacia exámenes de matemáticas  por los demás,   por 50 los de física, solo le tenían que entregar un sobre con su número de carnet nombre completo y la tarifa ya estipulada.

Estos eran agentes observadores y ajenos a todo lo que sucedía en el ámbito político de la universidad, en ocasiones asistían a las conferencias de Oliverio Castañeda porque E.J. admiraba su nivel de autoridad y pasión, su oratoria era impecable y su poder de convencimiento magnifico.
Estos dos discutían acerca del comunismo E.J. como buen matemático asignaba un valor probabilístico a dicho ideal y Pilita como buen creyente afirmaba que algo bueno estaba a punto de suceder pues muchos intelectuales se unían a la causa.

Estos dos asistieron a la manifestación de la 6ta avenida y facultad de medicina en esta fue precisamente donde E.J. decidió renunciar a las posibilidades de unirse de lleno a este movimiento pues fue testigo de un linchamiento.

-Un oreja-  grito un estudiante señalando a otro y pronto se armó un tumulto de gente que arrastraba a los dos amigos como olas del mar al matadero, como pudieron lograron salir y subirse a un árbol, donde observaron la vida de un estudiante infiltrado por el ejército desvanecerse a base de palos y golpes.
E.J. decidió  separarse de dichos ideales, dejo de asistir a las juntas incluso faltaba a su clase de social humanística pero Pilita fiel a sus ideales  continuo con fe  en el movimiento  revolucionario. Se unió a los dirigentes de la Asociación de Estudiantes Universitarios y trascurría sus días repartiendo propaganda clandestina.

Después de unos meses se encontraron en los pasillos y decidieron caminar a la salida juntos para tomar el bus, eran las 7 de la noche y caminaron hasta el periférico,  los dos a la orilla del arréate se reían de sus aventuras pasadas y amores perdidos,  cuando  de frente observan dos sombras que se acercaban, al principio eran pequeñas pero conforme pasaba el tiempo se hacían cada vez más grandes, un frió invadió la espalda de Pilita, E.J. guardo la compostura y dijo entre dientes:
-son soldados Pila-
Pilita respondió -Parece que si-
 E.J. conociendo los ideales de su amigo pregunto con vos temblorosa: - ¿traes algo?-
Pilita no respondió. 
Justo cuando E.J. intento volteo a ver a Plita, ya tenía a los soldados en sus narices, uno más alto que el otro.
-Tan tarde caminando-  les dijo el más alto
 -De regreso a casa jefe-  respondió E.J.  -vivimos en la 9na avenida entre 13 y 14 calle, pero ya no encontramos buses-
(Recordemos que para ese tiempo, ser universitario era sinónimo de comunista o posible comunista)
Pilita no decía nada solo observaba hipnotizado las botas del soldado pequeño, como si esas botas fuera el santo de su salvación.
-A ver las mochilas-  dijo el soldado alto
E.J. rápidamente se quitó la mochila de la espalda y la entrego, de modo que  la mochila de Pilita quedara oculta por la noche o el descuido de uno de los dos soldados.
Los soldados abrieron la mochila de E.J. y sacaron todos los libros, cuando  sacudieron uno de los cuadernos cayeron varios formularios, con operaciones cuadráticas y ecuaciones lineales, el más pequeño de los soldados dijo: - ¡y esto!-
Tanto Pilita como E.J. petrificados del miedo no respondieron, pero el soldado alto tomando los formularios y viendo los dos lados dijo: - déjalos ir son músicos.- (confundiendo las formulas con pentagramas)
 Entonces el soldado devolvió la mochila y les dijo: - váyanse y con cuidado-
Los dos jóvenes apenas y le contestaron y siguieron caminando sigilosos sin mencionar ni una sola palabra hasta que los soldados se perdieron en la noche.
-Pilita tené cuidado, mira hoy nos hubieran llevado las dos, menos mal que esos soldados burros no tienen educación, porque si no nos matan.-
-Si tenés razón y mira que mi mochila ni la revisaron, porque si no, nos remata, pero bueno hoy no me tocaba.- respondió Pilita a los reproches de E.J.

Estas fueron las últimas palabras, los dos se separaron rumbo a sus casas y fue el final de esa noche.
Pero las advertencias de E.J. no fueron escuchadas por Pilita, porque meses después no existía y no digo no existía como: murió y su cuerpo dejo de existir, me refiero a no existía como: desapareció de la faz de la tierra, nadie lo encontró no dejo rastro, unos dicen que fue exiliado otros dicen que es de los “xx” pero la verdad nos quedara como ausente siempre.

E.J. ahora es un empresario,  tiene esposa e hijos,  ideal político: ninguno, se dedica a vivir, apenas recuerda a su amigo Pilita, pero recuerda esa época como una sombra.
 Una tarde acompañado de un café, le contó esa historia a su hija y añadió:

“Nosotros éramos el resultado de una lucha de pensamientos, se mataban entre dirigentes políticos a veces ni sabían porque, pero esa era la violencia de antes”
Suspiro viendo hacia la ventana con la mirada perdida y dijo

¿Estas lista para irnos?